16 ago 2009

"Volvió el Willy" ó breves teorías sobre el retorno


Nunca fui tan feliz en mi vida como cuando volví a mi pueblo natal después de 20 años de exilio en el exterior. La emoción del retorno, la vuelta a casa, el reencuentro con los amigos de la juventud y aquellos viejos amores, era maravilloso. Todos estaban allí: Margarita la botona, Carlitos cara de ubre, Margareth la indiferente, Darío el persa, la fogosa Bety y sus libertinos flying saucers; Mabel la colega, Eugenio el zurdo comunista, Gastón el salvaje, Héctor Manuel el gavilán, Teresa la sorete, Pocho el petizo, el tío Euclides, don Saucedo, el viejo rollizo del almacén; las primas Titi, Mimi, Mumu, Loli, Vivi, Lali, Tita, Yeya, Babi, Teta, Pepa y Pocha la senil; Gervacio Martinez el incorregible, Ricardo el pelado del tinto, Yoli la cara de bolsa, Juan sin tierras, doña Zoraide la bruja chota, Ernesto el loco de la guerra, Martín el represor y su esposa Claudia l’Agarcca, Tito el carnicero y sin olvidar al padre Manuel, el cura pediatra.


Si, todos estaban ahí. Éramos un pueblo chico y tranquilo, nos conocíamos entre todos y por lo general éramos muy unidos. Y cuando yo llegué, se armó la gorda. Juntamos mucha paja y soga e hicimos un muñeco gigante de una señora muy gorda que luego quemamos una noche de luna llena durante un ritual de adoración a la diosa Chicha. Y después rendimos culto a Baco, haciendo una gran bacanal. Yo estuve con todas las wainas más lindas del pueblo. Y claro, hijo de tigre yo. A una le cercené el brazo y me lo comí crudo. Todo sea por el gran Baco.


Al día siguiente hicimos una polleada en la plaza. Todos comimos pollo y jabalí con papas. Mi vieja trajo de postre unos pomelos acaramelados en varas. Y mientras las señoritas tejían bajo los sauces, los caballeros se medían en combates a muerte en un puente sobre un volcán que tenia don Atilio en su pago. Yo le gane a todos porque me había traido de la ciudad unas navajas de esas que se doblan todo y no las ve nadie, y nadie supo que yo hice trampa y los acribille a trinchetazos, asi que tuve que cortar a nadie también.


Todo era muy lindo en verdad. La vuelta al pueblo siempre es algo mágico en verdad. Pero ahora debía volver a la ciudad a trabajar. Me despedí de todos, que estaban ahí al lado nomas. Y después me fui.

Tal vez vuelva el año entrante, pero no sé. Eso depende muchas otras cosas.

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