5 oct 2009

Teoría de las múltiples infancias




Aviso: Puede suceder que ni el más ávido lector pueda llegar a entender las líneas que suceden, pero se les recuerda que tampoco pudo hacerlo el autor de las mismas.

Cierta noche de frescas con la muchachada llegó a mis oídos, mezclada en un torrente de palabras locas e incoherentes, la frase “vos no tuviste infancia”, dirigida hacia algún delirante parroquiano amigo que habrá estado perpetrando alguna macana pueril.

Dicha frase encendió los motores de mi imaginación y tiempo después llegué a formular una teoría que me pareció bastante interesante:

“Existen dos tipos de infancias que puede adoptar el ser hombre: la infancia sana y la infancia malsana. La sana constituye las acciones típicas de un niño como ser jugar, ensuciarse, ir a la escuela, etc., mientras que la malsana son las denominadas macanas, chascos, bromas, contravenciones, etc.

“Ambas coexisten en la vida del individuo, particularmente en el período comprendido entre el sexto mes y los doce años máximo. Cada una de estas constituye una serie de conflictos presentados al infante en forma de juegos y/o actividades. Las acciones y actitudes que uno va adoptando en este período constituyen luego una base sustentable de desarrollo moral y social, formando lo que se conoce como experiencia o preconceptos. La irresolución de alguno de estos conflictos, en alguna de las dos infancias podría conllevar al sujeto a experimentar una regresión severa para contrarrestar el déficit en dicha infancia.”

En pocas palabras, quiero decir que si cuando éramos pendejos no le metimos un petardo encendido a un sapo en la boca, de grandes probablemente tenderíamos a hacerlo, para satisfacer a la infancia malsana que nos grita desde adentro: “Dale pillín, que no pasa nada.”

De la misma manera, si de jóvenes no jugamos lo suficiente a la escondida, podría darse que llegando a la edad adulta, nos encontremos con una parva de otros irresueltos como nosotros en una partida de escondidas en alguna plaza urbana.

Cosa rara puede pasar en casos particulares como por ejemplo en juegos violentos como “la peleadita”, que perfectamente puede pertenecer a ambas infancias, por ser un juego, y por ser un modo de agresión. Así es como varios terminamos midiéndonos en combates amistosos con nuestros correligionarios, también en una plaza.


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