22 may 2009

Ensayo de la liberacion - La empiria te da cátedra güachín


La experiencia suele dictar el comportamiento del homo sapiens tipo, que se cree es una forma de vida que goza de la capacidad del raciocinio. En muchas ocasiones, a lo largo de su vida, el sujeto se ve expuesto a situaciones en las que su conocimiento previo en el tema, se supone, debería proveerle una mínima idea sobre como actuar. Entonces, ante una encrucijada, el sujeto apela a su experiencia y raudamente sortea sus obstáculos, logrando así el objetivo deseado.

Esta idea, así como toda teoría del comportamiento humano, no es sino una simple teoría inconclusa, un concepto abstracto muy superior a la realidad. Una utopía en su excelencia. Que bello, que maravilla sería el mundo, la humanidad, si la psiquis del hombre funcionara mediante tan sencillo algoritmo. Pero no. No siempre la experiencia trabaja en yunta con la razón. Los motivos suelen ser muchos y muy variados: falta de tiempo, de ganas, egoísmo, enamoramiento, inercia, etcétera. Incluso temor, cobardía o, el peor de todos, ignorancia.

En el libro VII de “República” (514a-516d), Platón presenta el mito de la caverna. Es, sin duda, el mito más importante y conocido de este autor. Platón dice expresamente que el mito quiere ser una metáfora “de nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación”, es decir, sirve para ilustrar cuestiones relativas a la teoría del conocimiento.



Nos pide Platón imaginar que nosotros somos como unos prisioneros que habitan una caverna subterránea. Estos prisioneros desde niños están encadenados e inmóviles de tal modo que sólo pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos y en un plano más elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto al borde del cual se encuentra una pared, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima de él, los muñecos. Por el camino desfilan unos individuos, algunos de los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos objetos: unos figuras de animales, otros de árboles y objetos artificiales, etc. Dado que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las sombras de los objetos portados por dichos individuos. En esta situación los prisioneros creerían que las sombras que ven y el eco de las voces que oyen son la realidad.

Supongamos, dice Platón, que a uno de los prisioneros, “de acuerdo con su naturaleza” le liberásemos y obligásemos a levantarse, volver hacia la luz y mirar hacia el otro lado de la caverna. El prisionero sería incapaz de percibir las cosas cuyas sombras había visto antes. Se encontraría confuso y creería que las sombras que antes percibía son más verdaderas o reales que las cosas que ahora ve. Si se le forzara a mirar hacia la luz misma le dolerían los ojos y trataría de volver su mirada hacia los objetos antes percibidos.

Si a la fuerza se le arrastrara hacia el exterior sentiría dolor y, acostumbrado a la oscuridad, no podría percibir nada. En el mundo exterior le sería más fácil mirar primero las sombras, después los reflejos de los hombres y de los objetos en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y la luz de los astros y la luna. Finalmente percibiría el sol, pero no en imágenes sino en sí y por sí. Después de esto concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años, que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

Al recordar su antigua morada, la sabiduría allí existente y a sus compañeros de cautiverio, se sentiría feliz y los compadecería. En el mundo subterráneo los prisioneros se dan honores y elogios unos a otros, y recompensas a aquel que percibe con más agudeza las sombras, al que mejor recuerda el orden en la sucesión de la sombras y al que es capaz de adivinar las que van a pasar. Esa vida le parecería insoportable.

Esta antigua alegoría nos permite comprender, además de muchas otras cuestiones, el comportamiento basado en la empiria, o experiencia, del ser pensante.

Pero cuando los conocimientos son mal impartidos, o faltan, o son tergiversados, el actuar cotidiano también se ve afectado. He aquí el origen de diversos, no digamos problemas, sinó cuestiones de la sociedad moderna, cosmopolita y globalizada.

Tomemos como ejemplo a los jovenes de hoy(parezco un viejo como hablo, y estoy recien por cumplir 20). Los conocimientos de la juventud no son bien aprehendidos, lo que los lleva a una comprensión erronea de su realidad. En relación con la alegoría, ellos son los prisioneros, la caverna es su entorno social, y las figuras que desfilan en sombras son los vicios en los que se ven sumidos, o lo que estos les transmiten como "realidad." Una ficción simulada por computadora, por realitys de Tv o similares temas.

Hago uso de este medio digital para informar a todos aquellos que piensan lo contrario, que en verdad, no existe algoritmo o teoría de autómata posible para simular el comportamiento del ser humano. Este es tan rico en pensamiento y emociones que hasta un procedimiento tan sencillo como chupar un pomelo se vuelve una actividad extraordinaria, fuera de la rutina, como un viaje a lo sideral.

Que bello es ser humano. Sarandeenme bien la garcita, robots UTN!!!!!!!!!!

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