
Me gustaria saber que bonete ponerme. O aun mejor, si colcocar guirnaldas decorativas o soplar cornetas disonantes.

Pero en fin, esas cuestiones son siquiera tonteras al lado de los grandes interrogantes inconclusos que sacudieron mi mate hace unos ratos.

Que feo es ver mansillar con tal descaro el antiquisimo arte de celebrar un nuevo ciclo solar de vida entregandose a los efimeros placeres de la carne, cuando la esencia del evento yace en algo tan sencillo como un bonete o una corneta.
Pero la viva imagen del fuego crepitante reaviva mis animos y las ganas otrora escondidas, o quizá olvidadas, de gritar a viva voz:

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