1 oct 2008

Me encanta derivar

Habia una vez, en un pueblito muy lejano llamado Ulises No Toma, o Utn para los allegados, un joven de cualidades mentales particulares, por no decir que era un pelotudo.

Este joven podía abrir portales interdimensionales y deformar el tiempo y espacio para traer de los confines del universo los ingredientes fundamentales para ensamblar los sandwiches de bondiola mas imponentes que alguna vez se hallan visto bajo febo. Pero el no lo sabia. Estaba siempre muy ocupado derivando funciones. Porque a el le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, le encantaba, derivar.

Se pasaba el dia entero derivando y cantando: Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar! Me encaaaaaaanta derivar!


Hasta que un dia derivo una funcion muy grosa y se le cayo el peluquin!

Ay! que triste se puso.

Y desde entonces no le gustó derivar mas.

Asi que se juntó con otro que se ve que le encanta que da miedo y empesaron a hacer circuitos al son de un canto rotundo:ALU!ALU!ALU!ALU!ALU!ALU!ALU!


Les encanta!

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